Lo que debí hacer fue darle una colleja, sí una colleja, juro que se la merecía.
Pero no lo hice, solo proteste hasta que llegué a casa y pude hablar contigo. Fue encender el ordenador, hablar contigo y "Puff!", calmarme hasta poder afrontar el día siguiente.
Lo que debí hacer fue levantarme de la silla y gritarle tan alto como pudiese: "¡Vete a la mierda, zorra!".
Pero no lo hice, en lugar de eso cogí aire y asentí con una sonrisa mal fingida.
Espere hasta llegar a casa y hablar contigo otra vez. "Puff!", de nuevo las preocupaciones fuera.
Lo que debí haber echo era pedirte que me ayudases con ese trabajo, tenía muchas ganas de pedírtelo.
Pero en lugar de eso hable contigo de cualquier otra cosa, porque así las preocupaciones hacían "Puff!" y se desvanecían.
Pero un día dejaste de hablar. No contestaste más a los mensajes.
Te eche mucho de menos.
Luego empecé a descubrir cosas.
Lo que debí hacer era preguntarte si estabas bien, si necesitabas hablar, pero en lugar de eso preferí ignorar las sutiles señales.
Lo que debí hacer fue ser una amiga de verdad, siento que ya no puedas hablar conmigo.
Que ya no puedas hablar con nadie.
Lo que debí hacer fue darme cuenta, pero en lugar de eso lamento que no estés aquí.
Lo que hago ahora es llorar y esperar a volver a hablar contigo de algún modo, para que las penas y el llanto vuelvan a hacer "puff!", pero ya no va a ser posible.
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