jueves, 29 de mayo de 2014

Mi pequeño paraíso.

Era sábado por la mañana y no tenía prisa por levantarme. Apagué el despertador y vi los cortes y los moratones. 
La paliza de hacia dos noches no había sido una pesadilla, había sido verdad. 
Por suerte me habías defendido.
Volví a meter los brazos en las sábanas, entonces me percaté del agradable calor en mi espalda y la suave respiración que notaba en mi nuca.
Me di la vuelta y te vi dormido a mi lado, habías pasado tus brazos por mi cintura y me abrazabas con dulzura.
Entonces los cortes empezaron a escocer y quemar por el calor y tuve que tirar de las mantas con fuerza y me hice daño, los moratones y mis músculos se resentían.
Te desperté sin querer y me abrazaste preocupado...
-¿Te he hecho daño?- Dijiste.
Y me abracé a ti con fuerza.
-No. ¿Podemos quedarnos así?...
-Para siempre si quieres.- Me respondiste.
Y nos quedamos abrazados, toda la mañana, en nuestro pequeño paraíso privado.

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